Aquí estamos de nuevo con la
crónica del segundo día (muy intenso de nuevo) de nuestra excursión al Valle
del Jerte.
Merece la pena destacar que se portaron
en general muy bien ayer a la hora de dormir (¿o quizás fue la paliza que
llevaban encima lo que les impidió montar el número habitual de maestros
avisando y amenazando repetidas veces y alumnos-as con risitas contenidas y
contagiosas? Mejor no preguntar y disfrutar de la ocasión, que quizás no se
repita).
El día comienza con los alumnos-as
durmiendo como marmotas, pero tras despertarles a las 8:00 rápidamente se ponen
en marcha, se visten y bajamos a tomar un buen desayuno. Acto seguido,
organizamos nuestras mochilas (por cierto, mucho mejor organizadas que ayer) y
nos vamos caminando entre cerezos y otros frutales hasta el parque de aventura donde
vamos a pasar todo el día. Una vez allí los monitores nos dan las instrucciones
y el equipo necesario para realizar la actividad de paintball y, tras un breve
entrenamiento de tiro, comienza la batalla (torneo triangular) entre los
equipos rojo, amarillo y azul. Entre el calor, el casco que les agobiaba y la
actividad han terminado exhaustos. Menos mal que entre zumitos, barritas
energéticas y mucha agua se han ido reponiendo. El balance ha sido de cero
heridos de bolas pero varios contusionados y arañados por las caídas. Con agua
y “cura, sana, culito de rana” hemos solventado los problemas más graves. Y
así, entre disparo y disparo hemos llegado a la hora de la comida campera que
todos nuestros estómagos pedían a gritos. Hemos de felicitar a los cocineros
por el menú: ensalada fría de arroz, lomo con patatas fritas y fruta. Todo ello
regado con litros y litros de agua con hielitos que ha sabido a gloria.
Una vez repuestos de la batalla
matutina, el grupo ya estaba preparado para pasar toda la tarde en el parque de
aventura entre balancines, puentes tibetanos, tirolinas, etc. Cada uno ha hecho,
al menos, un recorrido adaptado a su
nivel y los más atrevidos han hecho todos los circuitos (algunos-as incluso el
de nivel negro). No podemos negar que hemos vivido momentos de tensión, algunos
gritos, más de una lagrimilla, pero todos han superado sus miedos y han
terminado los recorridos sin ser necesario rescate alguno.
Para culminar el día y compensar
el calor del día, los monitores nos han llevado a una piscina natural en el
pueblo donde estamos alojados, El Torno. La piscina estaba en un entorno precioso.
Limpia y con el agua muy fría nos ha repuesto enseguida del esfuerzo del día. Toni
se ha aburrido de hacer aguadillas y todos nos lo hemos pasado genial.
Ya en el albergue, ducha rápida (les
felicitamos por la organización), crema aftersun, llamada a casa y bajamos a
cenar. Hoy de menú: ensaladilla rusa, tortilla francesa, pizza y flan de huevo.
Como colofón del día (sorpresa) hemos organizado una discoteca y un campeonato de futbolín que han disfrutado a mas
no poder.